domingo, 27 de enero de 2008

Un poco de finanzas: los bonos

Muchas personas creen que los bonos (financieros) son la seguridad máxima en el momento de invertir, sobretodo en estos tiempos difíciles en la economía. Me llegó este interesante y sencillo artículo que explica los bonos.

La banca de cristal: lloviendo sobre mojado (I)

De Jorge Suárez Vélez.

25 de enero de 2008, 04:00 AM aparecido en Yahoo Finanzas.


Cuando uno lee un libro de historia, es interesante ver cómo cosas que diez o veinte años en ocurrir, apenas merecen un párrafo en éste.
Uno se pregunta cuán diferente es la percepción de quien estuvo inmerso en ese momento, en ese lugar; alguien para quien esos diez o veinte años parecen una eternidad.
Si tratamos de tomar perspectiva, venimos de un “largo” período donde el mundo disfrutó de extraordinarios niveles de liquidez en las economías, sin la presencia de inflación. No lo aburriré volviendo a explicar por qué ocurrió este fenómeno. Lo que sí le digo es que como todo período anormal, este ha llegado a su fin y la normalización vendrá acompañada de incertidumbre y de una breve recesión en el mejor de los casos, y de una depresión en el peor.
Como siempre ocurre, los mercados financieros serán un fiel y anticipado reflejo de lo que ocurrirá, y dado lo incierto del futuro, el comportamiento de estos desafía el pronóstico. Una expresión común en inglés es que “hay que esperar que el segundo zapato caiga”, haciendo alusión a que cuando se escucha el ruido que el primero hace al caer, sabemos con certeza que será seguido por otro.
Le tengo una mala noticia: el brutal efecto que ha tenido la crisis “subprime” (refiriéndose a hipotecas de baja calidad de crédito) fue tan sólo el primer zapato; el segundo pudiera ser mucho más devastador.
Warren Buffet dijo hace algunos años que los instrumentos derivados son “armas de destrucción masiva”. Se refería al hecho de que cuando caen los precios de acciones o bonos en los mercados podemos cuantificar el potencial daño total. Un derivado no es un valor “tangible”, no opera necesariamente en los mercados con reglas y supervisión normales, y tiene el potencial de multiplicar muchas veces el riesgo implícito en el valor subyacente.
¿Le estoy hablando en chino? Déjeme darle un ejemplo. Un tipo de “derivado” que cotiza en el mercado son los llamados “Credit Default Swaps”, o CDS’s. Imagínese usted un bono emitido por la empresa Patito, S.A., un bono común y corriente; digamos que se emitió a un plazo de treinta años y a una tasa de 6%.
Asumamos también que Moody’s, una empresa calificadora de riesgo, le dio a esa emisión una calificación de “A”. Si usted decide comprar ese bono, usted está asumiendo dos tipos de riesgo diferente: primero, que la empresa Patito tenga problemas financieros y que cuando llegue al final la emisión no tenga la capacidad para devolverle su inversión. Segundo, que durante ese tiempo salgan otros bonos con calificaciones similares que paguen mejor tasa; eso haría que el precio que el bono que compré tendría que bajar para compensar por la menor tasa que tiene.
Los financieros diseñaron un seguro para protegerse del primer tipo de riesgo, la posibilidad de que el emisor no pague su deuda. Ese seguro es el CDS. Como todo seguro, una entidad paga una prima para cubrir el riesgo no deseado, y otra entidad recibe el pago a cambio de asumir el riesgo. En este caso, las primas se pagan trimestral o semestralmente. Típicamente se paga mil dólares por cada centésima de punto de tasa, para cubrir diez millones de dólares por cinco años.
Los CDS’s se cotizan en el mercado por separado del bono al que “aseguran”. Para quienes venden primas es atractiva la posibilidad de cobrar una y otra vez en épocas de estabilidad. Sin embargo, los CDS’s se cotizan en el llamado mercado OTC (“over the counter”), no en alguna bolsa de valores. Esto implica que nadie está cerciorándose de que quien vendió la prima tenga la capacidad de hacerle frente a su obligación en caso de que la empresa no pueda pagar el bono asegurado.
Esta condición implica, básicamente, que en un período de alta inestabilidad, crece fuertemente el llamado “riesgo de contraparte”, es decir, el riesgo de que la entidad con la que celebramos una transacción no tenga la capacidad o solvencia para cumplir con su compromiso.
Otro tipo de instrumento (estructurado) es el CDO o “collateralized bond obligation”. En éste, a diferencia de un CDS, se transfiere el riesgo de crédito de todo un portafolio de bonos, no sólo de un bono individual. Se divide en diferentes “rebanadas” el portafolio, asignándole menos riesgo a las rebanadas que cobran la primera parte del flujo de pagos que genera el portafolio (usualmente con calificación de riesgo AAA, a pesar de que los bonos subyacentes tengan calificaciones substancialmente menores), y un mayor riesgo –y potencial rendimiento- a las rebanadas que van cobrando después.
¿Por qué son relevantes estos instrumentos en este momento? Lo son porque hay en el mercado 45 millones de millones de dólares de valor nocional de CDS’s, emitidos sobre 5 millones de millones de dólares de crédito subyacente. Los CDS’s son, sin duda, el derivado de crédito sobre el cual se hacen más transacciones en el mercado. Podemos estar seguros de que, con todo lo que está pasando, el costo de “asegurar” emisiones de deuda está por las nubes.
Podemos anticipar también que, conforme se deteriora el crédito de las familias y corporaciones estadounidenses, crecen rápidamente las pérdidas ocasionadas por préstamos y créditos no pagados. El riesgo de “contraparte”, por ende, ha aumentado en forma exponencial.

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