martes, 16 de marzo de 2010

Por que un dia sin carne?

¿Por qué un Día Sin Carne?
- Porque salva animales de las jaulas, hacinamiento, de privación, maltrato, golpes, mutilaciones y una torturante vida y muerte. Cada persona que adopta una dieta basada en vegetales, salva la vida de 95 animales sintientes cada año. En el período de su vida, una persona puede salvar a más de 6.000 animales, sólo escogiendo alimentarse con una dieta basada en los vegetales.
- Porque reduce el riesgo de ataques cardíacos, cáncer y otras enfermedades degenerativas y crónicas, que anualmente matan a millones en todo el mundo.
- Porque decrece la exposición a infecciones como la Salmonella o E-coli, que enferma a millones de personas anualmente en todo el mundo.
- Porque eleva nuestro nivel energético, disminuye el presupuesto de alimentación y simplifica la preparación y limpieza de los alimentos.
- Porque aumenta la cantidad disponible de granos, cereales y legumbres para consumo humano, pues los animales son ineficientes a la hora de convertir energía en proteína.
- Porque protege al suelo, agua y aire de la contaminación por metano, urea, fecas, orina, hormonas y pesticidas.
- Porque preserva el suelo, las aguas subterráneas, los bosques y otras formas de vida salvaje pues no se arrasan para convertirlos en sembradíos de forraje para los animales.
- Porque protege el suelo, el agua y otras fuentes vitales para la sobrevivencia de nuestros hijos y sus hijos.
Este 20 de marzo animamos a todo el mundo a dejar la carne por un día, no sólo hoy, sino todos los días de su vida. Por los animales, por tu salud, por el planeta, por solidaridad, ¡únete al Día Sin Carne!
Más información www.diasincarne.com

lunes, 15 de marzo de 2010

Resistencia a evolucionar. Sera cierto? Entre los pretextos y la tradicion, seguimos atrapados

Resistencia a evolucionar. Sera cierto?
Entre los pretextos y la tradicion, seguimos atrapados


Queridos amigos, les comparto este artículo que me parece muy interesante. Besos Tere

http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/47660.html
Gustavo Larios Velasco. Resistencia a evolucionar14 de marzo de 2010

Algunas sociedades son capaces de reconocer sus atavismos y modificar en pocas generaciones actitudes nocivas, en tanto que otras se resisten a ello so pretexto de calificar como tradiciones o falsos nacionalismos a las prácticas de abuso.
El circo romano ha quedado atrás al igual que la Inquisición o los sacrificios humanos y hoy nadie se atrevería a sugerir que volvieran; pero, quienes gustan de actos como peleas de gallos, cacería, circos con animales, tauromaquia o “pamplonadas” intentan mantenerlos más allá de todo razonamiento lógico e incluso contra el justo reclamo de la mayoría de la población. No hay argumentos válidos para divertirse con muerte y dolor; gozar con sufrimiento es una patología sicológica, pero cuando son las propias autoridades las que permiten los abusos y hasta los fomentan, nos encontramos frente a un indicador de crisis social grave.
Cuando estudié criminología empecé a percatarme de la vasta imaginación humana para torturar y pude corroborar que hay bases científicas que prueban la relación entre violencia a no humanos y humanos. Los instrumentos de tortura usados a lo largo de la historia en Europa y América nos recuerdan los alcances del morbo, ese placer por el sufrimiento de los demás. Una mente sana no puede sino sentir rechazo hacia el uso de tales instrumentos, igual que cuando se observan las navajas de los palenques, los diversos objetos punzocortantes de las corridas o los aparatos en donde se coloca a los animales para atormentarlos en los laboratorios.
Además, el uso de animales en espectáculos crueles está vinculado a los excesos en el consumo de alcohol y ello constituye una combinación peligrosa. No son pocas las ocasiones en las que los palenques terminan en pleitos e incluso en asesinatos; también hay casos de violencia intrafamiliar relacionados con rodeos y con eventos callejeros en los que se maltrata a bovinos; pero, muchas de esas fiestas de masas en España y en países tercermundistas son organizadas desde el poder público, llevándose incluso el conteo de heridos o muertos por congestión alcohólica, riñas o golpes de los animales.
Desde luego, en los países que adolecen de lo anterior, tanto la prevención del delito como la rehabilitación son un fracaso.
Todo aquel que ha abusado de humanos o no humanos ha intentado justificarse, pero sus argumentos no pueden ser sino absurdos: “falta de alma” de las víctimas, supuesta “superioridad” de los victimarios, o se niega la capacidad de sentir dolor o el derecho a la vida de ciertos seres. Se ha dicho que los seres torturados “para eso nacieron” o que “una tradición, aunque sea mala debe mantenerse”. Incluso se ha afirmado que “para los toros es un honor morir en los ruedos”: simple ignorancia y sinrazón. El activista colombiano Álvaro Múnera en su visita a México afirmó: nunca he visto una reacción diferente entre el caballo que llega en primer lugar y el que llega último en una carrera, es decir: el ego es humano, pero se pretende atribuir a los no humanos.
Para el mundo taurino, si un niño torero resulta lesionado o muerto, en lugar de responsabilizar a los adultos que lo permitieron, culpan al becerro o novillo, es decir, a la víctima no humana. Así “razonan” quienes gozan del sufrimiento animal y no podría ser de otra forma, pues ninguna persona con salud mental y con la capacidad para llamar a las cosas por su nombre podría afirmar que un animal con sistema nervioso central no siente dolor: no sólo hay evidencia científica del sufrimiento, sino que debería bastar el sentido común para comprender que si un ser pretende huir de sus verdugos como lo hizo el toro Pajarito y otro más recientemente en la Plaza México, o bien, que si se agita, convulsiona y emite sonidos lastimeros al tiempo que se desangra, es porque está sufriendo y porque tiene esa conciencia que le hace acercarse a lo que le produce placer y alejarse del dolor.
La demagogia y el miedo a la verdad son dos grandes problemas de la burocracia nacional, como también lo es su poca apertura para el cambio; difícilmente se imita lo bueno de otras naciones. Son ejemplos de evolución ética, social y burocrática, países como Inglaterra o Alemania, pero también lo son Costa Rica o la ciudad de Medellín. El caso de ésta última es muy interesante: uno de sus concejales, el antes citado Álvaro Múnera, fue en sus años mozos torero; su capacidad de autocrítica le llevó a entender que la tortura y muerte que causó a los animales era reprochable, por eso hoy no sólo rechaza a la tauromaquia, sino que trabaja en pro de las especies. Escuchar a personas de otros países le llevó a reflexionar y cambiar: ahora su trabajo como concejal debería de servir como lección a los mexicanos: Medellín, con presupuestos menores a los que tienen muchos de los municipios y delegaciones mexicanas, ha logrado reducir la sobrepoblación canina y felina sin salvajes capturas ni asesinatos; cuenta con eficientes mecanismos de inspección y rescate de animales maltratados, y ha ido eliminando prácticas crueles (antes consideradas “tradicionales”) que se realizaban frente a niños, en tanto que los vehículos de tracción animal han sido cambiados por motocarros y los equinos fueron entregados en adopción a gente que tiene los recursos para dar una vida confortable a los animales. Es un hecho que no sólo los europeos o los estadounidenses son capaces de cambiar para bien. Los mexicanos merecemos una real voz en la vida pública de nuestro país: si como resultado de un avance moral en la población deseamos desterrar las “diversiones” que implican crueldad, los representantes populares están obligados a adecuar la normatividad a ese reclamo social.En Cataluña la oposición a las corridas por parte de ciudadanos ocasionó que su Parlamento emplazara a votación a los legisladores para prohibir la costumbre. En México, ni el abrumador rechazo de los propios televidentes de Canal Once al nocivo programa Toros y Toreros, sumado a miles de firmas de personas de varios países, así como de académicos, intelectuales, artistas y legisladores federales que motivaron y fundaron la clara violación a los derechos del televidente por parte de esa emisión, ha conseguido que salga del aire. Es impostergable el ejercicio de un eficiente servicio público que atienda al bien colectivo y adecue leyes y políticas a la realidad del siglo XXI.
Presidente de AMEDEA