viernes, 5 de septiembre de 2008

Conferencia Padre Ignacio Calle


Transcribimos aquí un boceto de las notas que tomamos de esta simpática y profunda conferencia. Gracias Padre Calle Ramírez T.C. y Antonio lez


Conferencia del Padre Ignacio Calle


La salvación no es ir a misa los domingos, ni rezar rosarios, ni hacer los 9 primeros viernes de mes, ni colgarse un escapulario, etc.


La salvación se da desde ahora y consiste en vivir con Dios. Sabemos que Dios es amor y es una persona que está viva y vive en nosotros, por lo que estar con Dios significa que hay que aprender a vivirlo y a escucharlo, pero las cosas de todos los días nos hacen olvidar, nos tienen ocupados, preocupados y enojados.


Para poder escuchar a Dios hay que estar vacíos de si mismos, vacíos de ese enojo interior, estar en una palabra en PAZ, tener esa paz interior, y sólo así lo vamos a poder escuchar.


Para amar primero hay que amarse a sí mismo y segundo aceptar a los demás como son, eso significa no tratar de cambiarlos a primera instancia y cuando se logra esta aceptación, encontramos la paz interior que se refleja en una paz hacia los demás. Somos como un iceberg, donde el consciente es el 20% que emerge de la superficie y el 80% es el subconsciente que está sumergido y en el cual hemos acumulado todo, pero principalmente aquellas cosas que nos duelen, que nos han humillado, que nos han ofendido, en una palabra que nos están destrozando y con la cual nos estamos revelando continuamente en forma de enojo, ya que emergen en forma desordenada como recuerdos vengativos y falta de aceptación. Tenemos que sacarlo, hacerlo consciente y ACEPTARLO, es decir que no podemos cambiar que así sucedieron y con eso hay que seguir adelante y construir el presente y el futuro.


Frecuentemente nosotros también causamos ese malestar, esa humillación, esa frustración en los demás, por que queremos imponer la imagen de lo que creemos que deben ser y no los aceptamos como son. Esto no sólo causa una ofensa, un enojo y una respuesta cada vez más grande, como la del adolescente o la del marido infiel y esto se vuelve cada vez un problema más grande hasta que reviente; sino también esto causa un malestar en nosotros mismo, ya que al no haber alcanzado estos sujetos nuestra imagen de lo que creemos que deben ser, entonces nos disgustamos también nosotros mismos y tomamos como una ofensa su respuesta y respondemos en una forma agrandada, enojándonos y en una palabra, no siendo felices.


La religión debe ser lo contrario, debe ser ese sentimiento de paz y liberación que nos proporciona alegría y de hecho las personas que han logrado este estado se curan de muchos malos físicos que son el producto de la represión de los males del subconsciente.


Para comunicarnos con Dios nos han dicho que la oración es el medio, pero no una oración que se repite de perico, sino una en la que decimos lo que pensamos y en la cual no solamente estamos pide y pide cosas, sin esperar poner de nuestra parte nada. Dios actúa, pero también está respetando nuestra libertad y pidiendo que actuemos en consecuencia para resolver o mitigar eso que estamos pidiendo.


La oración debería de componerse de tres partes:

1.- Acción de gracias

2.- Sanación

3.- Liberación


La Acción de gracias es el reconocimiento de que nos hizo como somos, nos estamos aceptando que somos felices y le pedimos entonces en la segunda parte de sanación, que nos libere de esos males, en la cual nosotros hemos puesto nuestra parte, en la cual hemos hecho una introspección de todos nuestros males que nos aquejan, (al menos media hora diaria) y tratamos de hacerlos conscientes, aceptarlos y superarlos, pero de ninguna manera negarlos, reprimirlos, olvidarlos. Entonces nos debe de volver poco a poco a través de este ejercicio diario esta sanación, primero espiritual y después corporal.


La tercera parte de la cual ya no habló el padre y es la liberación.


Es importante en nuestro trato los demás no solamente no ofenderlos sino también el no ignorarlos, ignorar a los demás es posiblemente la ofensa más grande. Frecuentemente en nuestro trato con los demás debemos ser positivos y con el tiempo las otras personas se van a ablandar. Sin embargo puede haber casos extremos en que conviene evitar a la persona o incluso pedir su separación como en el caso de ciertos matrimonios, en los cuales la convivencia nos está dañando continuamente. El Padre mencionó el ejemplo del borracho que su esposa siempre le peleaba y se enojaba por que se tropezaba con las sillas y la solución no sólo fue en quitar las sillas del camino, sino en aceptarlo como es y la felicidad volvió a esa casa. Otro ejemplo fue el del marido infiel que la mujer atormentada quería matarlo y lo que hizo fue seguirlo y presentarse ante él a la entrada del motel con su amante al lado y sin decirle nada, al señor no le quedó otra cosa más que tomar una decisión y escoger y en este caso sin peleas ni gritos el esposo escogió regresar con la esposa y en esa aceptación se fundametó la buena convivencia posterior.


Finalmente el Padre sugirió un ejercicio para realizar todos días y consistía pararse frente al espejo, darle gracias a Dios, aceptarse y pedirle fuerzas para seguir adelante. Recomienda también hacer el ejercicio de retrospección y vaciado de nuestros problemas interiores en silencio al menos hora al día y si los problemas son más grandes hasta más tiempo. Y de nuevo lo fundamental es aceptarse y poco a poco veremos esa sanación.




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