lunes, 25 de mayo de 2009

Sobre la obesidad (sobre todo para niños)

Bebés talla XXL: el peligro de la obesidad

http://www.gordos.com/Noticias/detalle.aspx?dieta=444
Mientras el Tercer Mundo se muere de hambre, los países industrializados se dirigen hacia una sociedad predominantemente obesa

Los más pequeños no permanecen ajenos a este problema, y se sabe que un 35 por ciento de la población infantil tiene sobrepeso. Los hábitos están cambiando, el sedentarismo, la televisión y la comida basura son algunos de los elementos que contribuyen a esta situación preocupante.

La obesidad, una enfermedad

La obesidad crece a un ritmo frenético en los países industrializados y se convierte así en una epidemia del siglo XXI.

En nuestra sociedad persisten una serie de tópicos que deben pasar al olvido, como es relacionar a un "bebé gordito" con un "bebé sano", o pensar que la gordura desaparecerá cuando el niño crezca. La obesidad, o exceso de acumulación de grasa, debe evitarse desde los primeros meses de la vida e, incluso, como asegura el jefe del Servicio de Endocrinología Pediátrica del Hospital Universitario La Paz de Madrid, doctor Ricardo Gracia: "hay que controlar los hábitos alimentarios desde que el niño está en el seno materno".

La edad de aparición de la obesidad infantil, en casi la mitad de los casos, es antes de los dos años. Cerca del 80 por ciento de los adolescentes obesos padecerá este trastorno metabólico en la edad adulta. Entre las consecuencias que se derivan de ella se encuentran el incremento de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia o inadaptación social.

Estados Unidos encabeza la lista de países con mayor índice de personas con obesidad, hasta el punto de que este trastorno amenaza con superar al tabaquismo como causa principal de muerte. Según los últimos estudios, un 65 por ciento de la población estadounidense sufre de sobrepeso o es obesa, lo que supone un gasto de 117.000 millones de dólares en gastos médicos de este país y en pensiones, debido a las enfermedades que provoca.

El resto de países desarrollados sigue los pasos de Estados Unidos y los niños no se escapan de esta espiral de sobrealimentación. En el XIV Congreso Internacional de Pediatría, celebrado en Cancún (México) el pasado mes de agosto, con un millar de especialistas de más de 150 países, se llegó a una conclusión alarmante: un tercio de los niños del mundo son obesos.

Causas de este temprano mal

Los niños que padecen obesidad no pueden llevar la misma ropa que el resto de sus amigos, no consiguen realizar las mismas actividades físicas y se ven sometidos a las burlas de los demás, lo que daña significativamente su autoestima.

"Los niños hacen menos deporte y, en general, se come mal", esto es lo que afirma el doctor Basilio Moreno, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad y jefe de Endocrinología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.
Según el experto, la causa de la obesidad infantil son los hábitos sociales. El niño hace menos deporte ya desde el colegio y, sin embargo, cada vez pasa más horas frente a la televisión. Hay un porcentaje muy alto que ve dos horas de televisión al día, algunos hasta cuatro, y a esto se suman las videoconsolas y los ordenadores.

Por otro lado, los hábitos alimenticios han empeorado, se han abandonado las comidas tradicionales y se ha instaurado la cultura de la comida rápida. Ir a merendar una hamburguesa no es malo, siempre que no se abuse, lo que no puede ser es que un niño consuma en una sola tarde 2000 calorías cuando no debería pasar de 300.

Con respecto a qué se hace cuando el niño ya es obeso, el especialista dice que "Hay que enseñar a los niños a elegir y a disociar los alimentos. El secreto esta en racionalizar la alimentación. El adulto acude por convicción a adelgazar, algo que implica participación, sin embargo, el niño tiene que colaborar y no está por la labor. Lo que quiere es seguir comiendo dulces y bollos y hay que empezar por establecer unas normas alimentarias y potenciar el ejercicio físico".

El factor genético

Siempre ha existido la asociación entre gordura en los niños y salud, esta creencia es totalmente falsa: hay que crear un hábito alimentario correcto desde los primeros momentos de la vida del bebé. El doctor Ricardo Gracia explica que "la prevención de la obesidad del niño debe partir desde que la madre está embarazada".

"Los genes pueden expresarse o no en relación al ambiente que tengan alrededor. Por ejemplo, si analizamos a dos hermanos gemelos vietnamitas, con los mismos genes, a uno lo dejas en Vietnam y al otro lo adoptan unos norteamericanos, el segundo se puede poner gordísimo mientras que el primero será muy delgado, básicamente, porque no tiene qué comer. En los últimos veinte años el aumento de la obesidad en los países desarrollados ha sido tremendo, es cierto que se están expresando genes, porque estamos cambiando nuestros hábitos sociales".
En las familias en las que el padre y la madre son gordos, el niño tiene un 50 por ciento más de posibilidades de ser gordo. Si la madre es gorda y el padre no, las probabilidades siguen siendo altas, mientras que si sólo lo es el padre, las posibilidades de que el niño sea obeso son menores.

Hay factores en relación al número de hijos: un hijo único tiene muchas más probabilidades de ser gordo (los padres están muy preocupados con ese hijo, y el aumentar la cantidad de comida parece que les asegura que ese niño esté más sano), así como el último hijo de una familia de seis hijos (son tantos que el menú es el mismo para todos y no siempre será el adecuado para su edad) e incluso interviene el hecho de que los padres estén divorciados.

Por otra parte, cuando son más mayores los chicos empiezan a jugar al fútbol con sus compañeros y, a los pocos minutos, el niño obeso no resiste y nadie vuelve a contar con él en su equipo. A las niñas les pasa lo mismo, cuando son un poco más mayores, las amigas ya no le llaman para ir a la discoteca. Se van quedando en casa y, cuanto más están en el hogar, más comen, más tele, más depresión y de nuevo se repite el ciclo.

¿Por qué come mi hijo?

La mayoría de las veces, en la obesidad existe un factor psicológico que condiciona la ansiedad por el comer. Consciente o inconscientemente sustituyen con la comida algunas de sus carencias emocionales. Por eso, a la hora de tratar a un niño que sufre obesidad, hay que controlar también el ambiente familiar y escolar que le rodea.
Algunos padres reconocen que no someten a sus hijos a tratamientos contra la obesidad por miedo a que el niño o la niña se preocupe demasiado y acabe cayendo en otros trastornos relacionados con la alimentación, que afectan a un menor número de personas pero son más temibles, como la anorexia o la bulimia.

Sin embargo, el doctor Gracia insiste en que hay que tratar la obesidad porque es una enfermedad, no es sólo un problema estético:.
"Hay niños obesos con seis o siete años que ya tienen hipertensión, hiperglucemia e hipercolesterolemia, tendencias que persisten en el sujeto toda su vida, aunque se quite la grasa y se controle el factor peso".

Las costumbres alimenticias se forjan desde los primeros meses de la vida, por ello hay que hacer hincapié en esta época. El doctor Gracia explica que es más recomendable la alimentación mediante el pecho materno en estos primeros meses: "así el niño consume sólo lo que necesita, se autorregula, mientras que con el biberón se tiende a alimentarlo de más porque se administra una cantidad ya marcada".

Después, es importante, entre otras pautas, determinar el horario de las comidas, el lugar, la forma de masticar o marcar un tiempo para que el niño coma despacio. No es recomendable acostumbrar a los niños a premiarles con dulces o golosinas por su buen comportamiento y, otra de las tareas de los padres y educadores, además de imponer una dieta equilibrada, es promover el imprescindible ejercicio físico.

Si el niño ya es obeso, los padres deben acudir en busca de ayuda médica porque no sólo está en juego la salud actual de su hijo, sino también la del futuro.




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