viernes, 8 de mayo de 2009

Sobre el arte y la crueldad de Xavier Bayle.


Espero que sea de su agrado.
Besos
LT
Nota. El autor escribe en femenino, porque no le gusta el machismo, no porque sea homosexual. Xavier es español, pero ya lleva varios años viviendo en Polonia.

El ser humano es un dios cuando sueña y un mendigo cuando piensa”
Friedrich Hölderlin

NATURALEZAS MUERTAS

En el siglo V a.C. el pintor griego Parrasio torturó un esclavo encadenándolo sin agua ni comida para poder pintar su Prometeo, quería reflejar el dolor de una manera fidedigna, sin fingimientos. 26 siglos después, no muy lejos geográficamente de la dudosamente gloriosa civilización griega tenemos las películas snuff donde se asesinan personas de forma ilegal para el comercio de filmaciones con muerte real. Ya en el 2005 en Costa Rica Guillermo Vargas “Habacuc”, artista asesino, dio la vuelta al mundo con su obra “Eres lo que lees”, donde ató deliberadamente a un perro sin hogar y dejó que muriera de hambre ante la mirada del público que asistía a su exposición. Este pasado mes de abril en Wroclaw, dentro del Wrocławskiego festiwalu towarzyszącego przyznaniu Europejskiej Nagrody Teatralnej un personaje español Rodrigo García, presentó sus obras teatrales “Wypadki: zabić, aby zjeść” i “Zasypcie moimi popiołami Myszkę Miki”, en el transcurso de las cuales amputaba las patas a una langosta y la hervía viva mientras un micrófono amplificaba los sonidos emitidos por la agonía del crustáceo, así como también ahogaba sobre el escenario a cuatro hamsters. También en Polonia por estas fechas, en el Centro de Arte Contemporáneo de Torun, Angelika Markul mostraba su obra Nów-New Moon, en la cual mostraba un video apologizando la tortura cometida a propósito contra una mosca, un gato, un murciélago y un escarabajo.

Innúmeros son los ejemplos del pseudoarte, una modalidad de creación consistente en la destrucción. Un arte inquietante que posee una belleza similar a la de la bomba nuclear, la deformidad que el mercurio produce en los cuerpos o la tortura del vendaje en los pies que los chinos practicaban con las mujeres. El asesinato de sugerencia (“El asesinato considerado como una de las bellas artes” de Tomas de Quincey, o “Cocina Caníbal”, de Roland Topor…), puede ser macabro pero no deja de ser juego, el asesinato y la tortura real es diametralmente otra cosa.

Es difícil huir de la atracción profunda que lo “prohibido” ejerce sobre nuestra especie, sobre lo psicosomático, no obstante en el cuerpo social la prohibición y el tabú no sólo se registran, acotan y penalizan en el espectro legal, sino y con mucha más profundidad, en el ético. Y ya en el plano artístico se establece una severa frontera entre la observación/documentación del mal y su provocación, línea la cual traspasar o no suele depender de la catadura moral de la artista y del mundo de su promoción, bien sean centros privados, galerías, instituciones públicas o particulares. ¿ Puede ser arte torturar un perro ?: ¡claro!, existe una belleza plástica muy similar a la de la corrida de toros española, una intención –burda sin embargo-, de sacralizar la profundidad del dolor y de la muerte, fantasmas de los que todo ser vivo sano huye; pero sucede que esa belleza que sólo el ser humano encuentra en tales situaciones desvertebra de un modo espectacular nuestro concepto de avance evolutivo y, por supuesto, nuestra relación con el entorno. El disfrute y la recreación de la crueldad nos bestializa y nos convierte en claramente seres menores. De treinta millones de especies la humana es la única que cuando adulta (de niña puede ser simplemente experimentación vinculado al instinto), disfruta infringiendo tormentos e incluso los eleva al nivel de la belleza. La relatividad de esa belleza que el sufrimiento provoca toma posiciones claramente delictivas y reprobables cuando hablamos de la cometida contra el ser humano. Cuatro millones de años de evolución han servido al menos para este miserable progreso ético, por eso debemos avanzar el siguiente paso.

En muchos países la tortura animal gratuita está penada, pero el castigo es tan irrisorio que no coarta a las delincuentes que la practican, bien sea en un coliseo, en un local de peleas, sobre un escenario, o en obras bidimensionales o tridimensionales. Tenemos como ejemplos al tristemente célebre Damian Hirst, comerciante y eventualmente artista, a Kozyra y sus esculturas de animales disecadoss, a Cattelan y sus caballos muertos colgantes, Cildo Meireles incendiando gallinas, Yoshua Okon metiendo pollitos en el microondas, Ondrej Brody y Kristofer Paetau y sus alfombras hechas con perros, o de Wim Delvoye, cuya obra artística consiste en criar cerdos, tatuarlos, asesinarlos y vender sus pieles…, obras las cuales apologizan el uso de animales para creación artística. Defendiendo su modelo creativo en que los animales no sufren, o sufren poco. Pero sucede que cuando se trata de seres sintientes el uso ya representa abuso. El ser humano a veces realiza tristes pactos a este respecto, el resto de los animales no.

Todo arte emana de la observación del entorno, no existe la creación espontánea si hablamos de arte, que se substrata en el proceso, no en el accidente. Sin premeditación no hay arte, sin intención no hay producto artístico o cultural. No hay sorpresas en el arte, sólo carencias y aciertos, pasos hacia la humanización de la naturaleza, que no va a consistir en dominarla sino en interpretarla, haciendo simbiosis con ella y, en la medida de lo imposible, sinergia. La incógnita derivada de esta aventura, de esta búsqueda-regreso, aparece en aquellos diversos puntos en que el ser humano yerra de su evocación perfecta para extraviarse en las pasiones y los defectos (ambición, orgullo, prepotencia, soberbia…), que constituyen la base de su divorcio con la naturaleza y con la creación artística intrínseca. Al actuar contra la naturaleza al arte se pervierte, se humaniza hasta lo monstruoso e irreal: deja de ser arte para ser puro antropocentrismo.

Una de las perversiones de mayor éxito es el uso de la vida sintiente para la producción artística cuando esa vida sufre o muere en el momento de la creación. Observación y provocación, he ahí el riesgo y la diferencia.

Se suele decir que la artista es un ser libre y en gran medida lo es, liberada de muchos tópicos y normas de conducta estereotipados, pero la artista en definitiva no deja de ser un animal humano, de modo que su trabajo está condicionado de alguna manera por la sociedad. Así nadie es absolutamente libre si quiere seguir en el entorno social, es por ello que podemos y debemos deleznar el franquismo de Salvador Dalí, el nazismo de Louis-Ferdinand Celine o Ezra Pound, el machismo de Ernest Hemingway, como conceptos limitadores de la supuesta sublimidad de la artista, la cual está, como digo, supeditada a los tiempos que corren, a la ética en curso. Ninguna libertad individual pues debe coartar la libertad de otro ser sintiente, aunque sea perfectamente legal como lo son cientos de ataques que el ser humano comete contra sí mismo y contra su entorno natural, bien sea la carrera armamentística internacional, las invasiones militares, la anual inmolación masiva de billones de animales para consumo, la deforestación de los pulmones del planeta… entre otras.

Quienes defendemos la inocencia animal frente a la degradación humana tenemos la razón, sí sin duda, pero ella no representa nada pues la matanza persiste con el beneplácito de la indiferencia, la pereza de las instituciones y la cautela mortal de la justicia. La razón es poco beneficiosa si por otro lado un toro muere con las cervicales desgajadas y una hemorragia inmensa, ahí la razón es solamente una palabra de cinco letras, no más, cuando un elefante desiste de ser para abandonarse a la locura o dejarse morir de la pura pena. La razón es nada, ni la ética ni el humanismo, cuando los actos asesinos que de nuestra mano emanan contra los seres inocentes pasean con impunidad el escenario de nuestra cotidianeidad, cuando pocas mueven un dedo siquiera se posicionan ocupadas en fruslerías antropocéntricas.

El horror avanzará el paso que nosotras retrocedamos. El paso que no demos, será el mal quien lo haga. Si leemos pensando, si nos divertimos pensando, si vivimos pensando… ¿ por qué no comer pensando ?, ¿ por qué no actuar pensando ?. La mayoría de los horrores de la civilización son subvencionados con nuestra apatía, pero hay que sumarle la doble moral: los impuestos públicos nutren las ventajas sociales y las guerras, los conciertos de música clásica y la tauromaquia, la plantación de un bosque y su tala para edificar segundas residencias y campos de golf, así la democracia se ha convertido en el fascismo de la mayoría, donde las pequeñas voces de ciertas razones son ignoradas amparadas en el “bien común”, perverso y manipulado. Pero jamás la ley podrá superar los anhelos de paz, armonía y evolución ética de este ser bípedo que gestiona el planeta.

¿ Qué haremos el día que las irresponsables decidan blindar su estilo de vida, llevando a la constitución su derecho a comer carne ajena, torturar para divertimento y llamar “época histórica” a la guerra ?, ¿ qué haremos cuando el ser humano asuma que es un animal menos ?. ¿ Por qué un perro en este lado del mundo es un animal y un cerdo en cambio “comida” ?. ¿ Quién y en qué libro fue grabado con sangre este axioma ?, ¿ con qué derecho ?, ¿ CON QUÉ DERECHO ?, ¿ el de la fuerza bruta que al mismo tiempo soñamos relegar para ser mejores ?. ¿ Convenceremos a un pollo de que su destino es morir para nuestro apetito o lo tomaremos con violencia, con violencia lo degollaremos y con violencia mutilaremos su cadáver para disfrutar de su sabor ?. ¿ A qué jugamos ?.

Hay quien ve un bosque y ve madera, hay quien mira un río y entiende recursos, hay quien observa un ser humano y entiende un órgano sexual, un voto, otra víctima. Hay quien ve una vaca y decide que es comestible, y hay quien decide que la vida y el dolor de cualquier animal es moralmente sacrificable en aras de una primitiva belleza por otro lado más que discutible. La estrechez mental/emocional de ciertos seres humanos es inmensa, sumada a la ignorancia, la maldad y la inmadurez.

Después de algunos miles de años la sociedad ha comprendido que matar niñas esta mal. Por supuesto el mercado de niñas para redes de prostitución y de órganos para transplantes en el “primer mundo” sigue saludable, pero al menos es ilegal. Algo es algo. “Descubrir” América costó cientos de miles de vidas, como la penicilina o la lucha contra la enfermedad humana por excelencia, el cáncer, mediante vivisección. ¿ Es realmente positiva esta razón cuando irracionalmente destruye y nos destruye ?

Haber industrializado todos los productos hasta saltar la barrera de lo testimonial y instaurarlo como hábito, haciéndolo rentable en la cadena alimentaria tiene sus peculiaridades. Podemos encontrar productos como las hortalizas y las frutas ya debidamente plastificadas, filtros para coche, mascotas de peluche, (o de carne y hueso), podemos encontrar bebés de cerdo y fetos de niña taiwanesa, farolas de diseño, esclavas argentinas de la soja europea, niñas de coltán violadas para el próximo modelo de teléfono móvil o las criança do ningeum (las niñas de la calle brasileñas), con el cuerpo dividido en precios según los órganos a extirpar.

Los que resulta claro es que el Mal siempre parece tener cuernos y oler a azufre, sin embargo no es preciso sino conversar con la vecina para apercibirse de qué poco le importa a la gente que estos hechos sucedan, que la vida tenga el precio que tiene, que las cosas no sean como debieran. Indiferencia e ignorancia sumadas son la base prácticas del ejercicio del mal, que tiene el rostro perfumado y elegante atuendo cuando todas esperan de él un aspecto malvado. A lo sumo la gente reacciona cabeceando mecánicamente o simplificando la barbarie con una sonrisa tímida de “yo ¿ qué puedo hacer… ?”. La gente se inmuniza al mal porque la mayoría sabe que renunciar al mal significa renunciar a la vida cómoda que las mercaderes nos ofrecen, en forma de bandeja plástica, de voto, de prejuicio racista, clasista, sexista o especista, o de consumo irresponsable.
En la práctica la fuerza bruta triunfa sobre la ética y la teórica. Tenemos acuñados severos libros con códigos de conducta, pero a la hora de aplicarlos las focas siguen siendo despellejadas vivas, las negras pisoteadas por las blancas, las mendigas siguen siendo apaleadas y quemadas con gasolina por muchachas adineradas, el cerdo acaba rajado de punta a punta y la hembra humana sigue en el lugar diseñado por el patriarcado a base de golpes y discriminación

Por ello resulta imprescindible conjugar y relacionar de modo indisoluble ética y vida, en lo real y en el imaginario, en la creación intencionada que supone al arte, la cultura, el comercio o cualquier otra actividad humana. Ética y vida para volver a identificarnos con la naturaleza, para ser en ella y para ella. Ética y vida para filtrar el entorno con el cerebro y el corazón e interpretar el mundo, para ser y sobrevivir, para llamar arte al arte y asesinato al asesinato, llamando a las cosas por su nombre, sin chantajes, sin mentiras, sin psicopatías.

El arte debe liberarse de las que lo secuestran en el nombre de su licencia para matar, un derecho antiguo como la edad de nuestra especie, y mezquino como esa antigüedad. El arte debe ser artificio, interpretación, creación y ante todo respeto si pretende ser para el ser humano y no contra el ser humano, si pretende ser para la naturaleza y no contra ella.

El arte debe ser por fin naturaleza viva en lugar de naturaleza muerta.




No hay comentarios: